Una vendimia estratégica para equilibrar la despensa

Vendimia de la finca El Monte de Bodegas Riojanas en Cenicero. Las tecnologías de la viticultura de precisión están propiciando un salto cualitativo en Rioja.

La vendimia ha vuelto a desarrollarse en la D.O. Calificada Rioja en fechas tradicionales, que fijaban su apogeo en torno a la festividad de la Virgen del Pilar, extendiéndose a lo largo de dos meses desde primeros de septiembre en las localidades más orientales hasta finales de octubre en las zonas occidentales de mayor altitud. Por tanto, a fecha de este escrito -19 de octubre- los vendimiadores afrontan la fase final de una vendimia que aún mantiene cientos de tractores con sus remolques repletos de uva por los caminos y carreteras de la Rioja Alta y Alavesa.

Estoy convencido de que finalmente esta vendimia despejará muchas de las incertidumbres que han jalonado esta campaña vitivinícola. Por el momento ya podemos ver cómo el desasosiego de los viticultores y enólogos en los meses de mayo y junio, que alcanzaba cierto tono de psicosis, pues la amenaza no era para menos, se ha tornado en caras de satisfacción. La climatología primaveral fue muy adversa para el estado sanitario de las vides, generando una gran alarma en el sector y, lo más importante, provocando una respuesta generalizada de los viticultores que ha dado la justa medida del alto nivel de profesionalidad que ha alcanzado este colectivo. Los tratamientos fitosanitarios minimizaron los efectos negativos de la excesiva humedad y la excelente climatología de agosto y septiembre completaron la labor, permitiendo un excelente proceso de maduración y un estado sanitario muy aceptable del fruto a la hora de vendimiar.

En el propio desarrollo de la vendimia estamos viendo como conceptos tradicionales, como el realizarla de forma masiva y continuada, van quedando atrás en Rioja, sustituidos por nuevos métodos orientados a la obtención de la máxima calidad. Las vendimias familiares, aprovechando días festivos, son ya historia, como lo demuestra el hecho de que haya bodegas que no abren sus tolvas esos días festivos. Planificar y realizar la vendimia de forma selectiva y escalonada es ya una realidad generalizada, a la que se suman iniciativas como la que Bodegas Riojanas ponía en marcha esta campaña 2018 y que responde a la tendencia a desarrollar desde el propio viñedo las estrategias de diferenciación de los vinos que demandan actualmente los mercados. El nuevo protocolo de zonificación de Bodegas Riojanas establece la clasificación de las parcelas en base a la medición de la calidad de la uva obtenida en cada una de ellas a partir de una serie de parámetros, lo que permitirá trabajar los mostos con diferentes técnicas enológicas a fin de obtener los mejores resultados en función del tipo de vino al que se van a destinar, así como poner en valor el esfuerzo de los viticultores por conseguir el máximo nivel de calidad en dichas parcelas.

La cosecha también será generosa en cantidad, algo que será fundamental para conseguir volver por la senda del equilibrio, concepto clave en esta Denominación para seguir garantizando el desarrollo estable que ha venido teniendo en los últimos quince años. Hay que recordar en este sentido que, por obra y gracia de una gran helada, la cosecha 2017 fue unos 30 millones de litros inferior al volumen de comercialización alcanzado ese año. El punto de equilibrio que se considera idóneo para esta Denominación es disponer de unas existencias tres veces superiores a las ventas anuales, teniendo en cuenta las diferentes categorías de vinos con envejecimiento que se comercializan. Esta ratio existencias-ventas se encontraba a fecha 31 de diciembre en 2,68, razón por la cual creo que no será exagerado afirmar que la 2018 será una cosecha estratégica para equilibrar la despensa. El potencial productivo podemos calcularlo en base a las 65.579 hectáreas de viñedo con que cuenta la Denominación y al rendimiento máximo autorizado por el Consejo para esta campaña (7.150 kg/h para variedades tintas y 9.900 kg/h para blancas), lo que nos da una producción máxima amparable por la D.O. de 485 millones de kg de uva (unos 340 millones de litros de vino). La cantidad que definitivamente se ampare esta añada será algo inferior, porque no todos los viñedos alcanzan el rendimiento máximo, pero entrará en juego otra novedad, el stock cualitativo, que permitirá almacenar una parte de la producción no amparada. Como es voluntario, todavía una incógnita.

Todas estas circunstancias que han jalonado la campaña no nos permiten, como nos gusta a los periodistas, definir el perfil de la cosecha de una forma muy concreta. Pendientes de lo que puedan decir los verdaderos expertos en esa jornada de balance de vendimia convocada por la Asociación de Enólogos para el próximo 30 de octubre -interesante iniciativa-, probablemente sea una de esas añadas presididas por la heterogeneidad, algo que en Rioja no resulta por otra parte tan extraordinario.

(Texto: Javier Pascual / director de La Prensa del Rioja).

 

 

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