
La representación riojana en el jurado del Concurso Mundial de Bruselas que se ha celebrado en Pekín: Maria Diez Nepomuceno, directora de la revista Vivir el Vino, flanqueada por Antonio Palacios, profesor de Cata de la Universidad de La Rioja (d) y Javier Pascual Corral, director de la revista La Prensa del Rioja.
Las cifras del Concurso Mundial de Bruselas, con más de 9.000 muestras de vino de 48 países en competición y un jurado de más de 350 profesionales de todo el mundo, son casi tan abrumadoras como la ciudad que ha acogido este año la celebración de su XXV edición del 10 al 13 de mayo. Resultaba más que evidente para quienes hemos tenido la oportunidad de participar en el jurado que el gobierno chino se ha volcado con el acontecimiento, poniendo a disposición del concurso más recursos materiales y humanos que los que habíamos podido ver en cualquiera de las anteriores ediciones. Seguramente es un síntoma inequívoco de la apuesta estratégica que China está haciendo por el desarrollo de la industria vitivinícola, acorde con el crecimiento exponencial que en la última década ha tenido allí el consumo de vino.
Lo explicó Demei Li, profesor de la Universidad de Agricultura de Beijing y uno de los prescriptores más influyentes del mundo, en la clase magistral que impartió el 10 de mayo a los miembros del jurado. China se ha convertido en el segundo país del mundo en superficie de viñedo después de España y ha alcanzado ya el tercer puesto en cuanto a consumo (la OIV le situaba en 5º lugar en 2016), pues a pesar del escasísimo consumo per cápita y la novedad que supone introducir el producto en los hábitos gastronómicos de la población, la gigantesca dimensión del país hace que las cifras totales crezcan con inusitada rapidez. Lo pudimos comprobar comparando estos datos con los que Demei Li nos ofreció en la Jornada DIAM que organizó nuestra revista La Prensa del Rioja hace cuatro años en Logroño.
También se refirió este experto a los hábitos de consumo, afirmando que China no es un mercado único, que no existe un paladar chino unificado, sino que difiere de una región a otra: salado en el este, picante en el noroeste y dulce en Shanghai. Lo cierto es que por ahora predomina en las motivaciones de consumo el hecho de asociar el vino a los hábitos y formas de vida occidentales, así como a las connotaciones glamurosas de los vinos posicionados en el segmento alto del mercado. Un segmento que algunos vinos autóctonos ya aspiran a ocupar, aunque la calidad media de la mayor parte de la producción sea todavía de un nivel modesto, propio de una viticultura en fase inicial de desarrollo. Tuvimos ocasión de comprobar personalmente estos contrastes en el propio concurso, al que concurrieron casi 500 vinos chinos. Junto a comentarios desfavorables de algunos jurados sobre la calidad de los vinos que les había tocado catar, en otros casos, como el mío en particular, la sorpresa fue grande al comprobar que habíamos dado las mejores puntuaciones de la sesión a un lote de vinos chinos de la variedad merlot, que ninguno de los cinco miembros del jurado habíamos imaginado que podían tener origen local.
Como curiosidad, Ningxia es la región vinícola estelar en China y Heibei la “tierra natal” del primer vino blanco seco chino y el primer vino tinto seco chino. Pero aunque en poco tiempo China será el primer país productor de vino del mundo y el primer país en consumo, nadie piensa en su capacidad de autoabastecimiento. El mercado chino, que ha sido una especie de “tierra prometida” en la última década, seguirá siendo muy atractivo para las exportaciones de las principales regiones productoras del mundo, eso sí, solo para aquellos vinos posicionados en la gama media-alta.
(Texto: Javier Pascual / director de La Prensa del Rioja).